Después de algún tiempo sin aparecer por aquí debido a mi recién estrenada paternidad hoy vamos a tratar un asunto de productividad fundamental, aprender a decir NO, lo cual es algo que todos los emprendedores deberían dominar para poder centrarse en sus prioridades.
Pero no seré yo el que hoy hable de este asunto sino que os voy a dejar en manos de Christian Morillas, autor del blog Productividad al Máximo, donde habla de productividad, hábitos saludables y primeros pasos a la hora de emprender destinado a esas personas que quieren emprender pero su trabajo actual les deja muy poco tiempo libre para ello.
Sin más os dejo con él.
Creo que no digo nada descabellado al afirmar que la mayoría de las personas no saben decir que no. Por lo general, nosotros como personas, queremos complacer siempre a los demás, aun anteponiendo las prioridades de ellas a las nuestras mismas. Queremos ser generosos y ayudar a los demás, pero también tenemos que cuidar lo único que no podemos recuperar: nuestro tiempo.
También está el caso de que ni nosotros sabemos decirnos no e intentamos abarcar con todas las tareas que van apareciendo. Personalmente, la peor parte que llevo en este tema, ya que me siento atraído por la responsabilidad de las nuevas tareas o planes que llevar a cabo.
Y es que muchas veces no nos sabemos marcar unos límites propios, construir una barrera en lugar de acceder a todo lo que nos traigan. Aunque pueda ser que al principio pueda causarte malestar o ansiedad, poco a poco conseguirás dominar el arte de decir NO. Esto será un principio clave para poder mejorar nuestra productividad.
En este artículo quiero hablarte de por qué se produce esta conducta, de la importancia en aprender a decir no, así como las diferentes soluciones para plantarle cara a este problema.
La asertividad o la habilidad de saber decir NO
La importancia de controlar estas situaciones depende únicamente de nosotros. Aprender a tomar esas riendas nos hará mejorar nuestras relaciones sociales y personales. Y lo más importante de todo: te sentirás bien contigo mismo.
Pensamos que el hecho de negarle una propuesta a alguien nos hará peores personas, seres egoístas y a veces sentimiento de culpabilidad. Nada más lejos de la realidad, simplemente estamos controlando nuestra vida de forma efectiva, como es debido y no dejarla al azar de otros.
En otras ocasiones, incluso intentamos huir inventando excusas o mentiras banales para evitar decir la temida palabra.
Aquí entra en juego la asertividad. Este factor nos indica la seguridad que tenemos en nosotros mismos sin importar lo que piense el exterior. Siempre bajo el respeto a la otra persona, pero siendo directos.
Y es que ya lo decía Riso Coma Walter:
“Ni sumisión, ni agresividad, el equilibrio es la asertividad”
Todos tenemos una serie derechos y obligaciones, y todos son importantes. Está en nosotros buscar ese equilibrio y aprender a saber decir sí y no.
Por qué es importante saber decir NO
Piensa un momento antes de actuar. Qué estás perdiendo cuando antepones las agendas de los demás a la tuya propia. Sabes que la figura del “multitarea” está prohibida si buscas ser una persona productiva. Es por ello, que cuando aceptas unas necesidades externas, estas cambiando al momento las prioridades que ya tenias por las de otros.
Y ya no sólo eso. Por cada sí que estás regalando, tanto tú como tu alrededor está dando por aceptado una serie de tareas que cuanto más tardes en parar, más difícil será de detener. Serás el encargado de ese nuevo requerimiento que un día aceptaste y del que ahora no te puedes deshacer.
Puedes analizar por un momento entre todas las cosas que están en tu lista de tareas y examinar cuáles vienen de fuera y cuáles están apuntadas por voluntad propia. Seguramente hasta muchas de ellas carezcan de importancia e incluso te produzcan estrés cada día.
Por qué nos cuesta decir NO
Vamos a dar un repaso a los factores principales que intervienen a la hora de poner esos límites o barreras para negar peticiones de otras personas. Son varias las ideas cognitivas que damos por sentadas y tenemos que quitarnos de la cabeza para poder seguir avanzando. Son las siguientes:
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Miedo y sentimiento de culpabilidad:
Es muy posible que, como a muchas otras personas, pienses que lo primero de todo es dar, ayudar y complacer a los demás. Priorizamos sus necesidades sobre las nuestras. Te dices a ti mismo cosas como “soy un egoísta”, “si no lo hago, seré un mal amigo”, etc. Son creencias con las que nos han enseñado a lo largo de nuestra vida. Paulo Coelho lo dice de una forma simple y clara:
“Si tienes que decir sí, dilo con el corazón abierto. Si tienes que decir no, dilo sin miedo.”
Como hemos hablado anteriormente, se trata de ser asertivos y buscar un equilibrio. No queremos ser egoístas y estar a un nivel superior a otras personas, pero tampoco queremos estar por debajo.
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Ser responsables de todo:
Nunca se debe pensar que eres imprescindible. Terminarás ocupándote de tareas que en las que ni siquiera destacas. Aquí entra la importancia de saber delegar inteligentemente. Dedícate a tus fortalezas para poder avanzar en lo que realmente eres bueno.
A veces la sobreimplicación llega por querer hacer algo “por el bien común”: organizar un viaje o preparar un regalo son ejemplos cotidianos en este punto. Muchas veces las personas abusan de nuestro sentido de la responsabilidad para sacar provecho de ello, incluso cuando tienen plena capacidad para realizar la tarea.
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Pensar que harán lo mismo contigo:
Cuando no aceptes algo, hazlo con motivos de peso, con fuerza, con criterio. No se trata de rechazar todo aquello que te llega sin ton ni son, sino de saber filtrar bien todos los requerimientos que van a ti. En ese caso, sí que te pondrán la etiqueta de persona poco social.
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Poner por encima el “que dirán” que tu motivo primordial:
Estamos más pendientes de que todo el mundo esté cómodo, que preferimos dejar de lado nuestros motivos y valores con tal de evitar el conflicto. Somos a veces demasiado conformistas, y salir de esa zona de confort nos hace sentir inseguros.
Queremos caerle bien a las personas y que no nos tachen de insociable. Por ello, dejamos que la opinión de los demás nos afecte más. Se puede escuchar a las personas y razonar el no de igual modo mediante la empatía y el respeto.
Cómo decir NO y poner límites de manera asertiva
Lo primero que tenemos que tener claro son nuestros valores. Tenemos que conocernos perfectamente para saber qué es lo que deseamos o no hacer. No podemos decir que no a algo si no sabemos si existe o no coherencia con lo que somos.
Voy a intentar plasmar brevemente algunos consejos para que la negación sea más llevadera:
- Es necesario aceptar la ansiedad como parte del proceso. En el momento de decir NO es muy posible que corra por tu cuerpo la sensación de incomodez o malestar. Es totalmente normal que suceda, y el error aquí sería decir SÍ a lo que te venga y evitar en enfrentamiento. Sólo conseguirás ganar la batalla, pero no la guerra.
- Ten siempre en mente las consecuencias negativas que conlleva aceptar la petición. Te ayudará a deshacerte de ella más fácilmente.
- Se claro y directo. No te andes con excusas u ofrezcas demasiadas explicaciones. Cuantos más argumentos des, más tendrán los demás para rebatir y hacerte pensar que sus motivos son más importantes que los tuyos.
Mención especial a la llamada técnica del “disco rayado”, es decir, dar tu opinión una y otra vez sin dar más información. Recuerda que no tienes que justificar tu postura más de lo necesario. - Escribe una lista de situaciones en las que no consigues decir que no. Ordénala de forma que la que te cueste más decir que no, esté arriba del todo.
Ahora analiza cada situación extrayendo el por qué has aceptado, el contexto, con quién pasa, etc. Saca el motivo principal. Como en todo, antes de actuar, tenemos que medir. - Practica delante del espejo. En este punto se trata de hacerlo un poco más real. Piensa en esas situaciones incómodas que te encuentras y trata de emularlas en voz alta, prestando atención al tono de tu voz, a las palabras usadas, a tus gestos, etc. Quizás te des cuenta que no usas una comunicación adecuada. Lo primero es convencerte a ti.
Extra: Para emprendedores que trabajan desde casa
Los emprendedores que trabajamos desde casa tenemos que llevar un estricta agenda para no caer en distracciones digitales o en el desorden de la casa. La capacidad de enfocarnos en las tareas adecuadas es crucial. En definitiva, tenemos que cumplir con una serie de claves para que el día sea productivo.
Muchas personas piensan que, únicamente por el hecho de trabajar desde casa y no desde una oficina, tu trabajo vale menos. No sólo no es cierto, sino que posiblemente es mucho más valioso por la razón que comentamos anteriormente.
Esas personas piensan que por estar en casa, ya no implica estrictamente trabajo, simplemente porque no te ven y no tienen el control sobre ti. Ésto puede ser complicado de explicar, ya que es algo diferente a lo que hacen los demás.
Para estar preparados a la hora de que alguien te intente pedir algo y poder responder con decisión, coge papel y boli y escribe en una lista todas las tareas que has hecho y te quedan por hacer. Luego, justo al lado, el tiempo que le vas a dedicar. Eso o alguna herramienta para medir el tiempo que destinas a cada tarea, como Toggle.
Con esto estarás a salvo de que te salten encima para pedirte tareas de tu parte. Ahora está en tus manos saber jugar tus cartas y demostrar que no tienes tiempo para ellos en ese momento, que tienes otras prioridades que tienes que hacer frente.
Los beneficios de tener controlado el NO
Si consigues aprender a dejar al resto de personas tras la valla y que no colapsen tu tiempo, sacarás múltiples beneficios, tanto para ti como para tu trabajo:
- Tendrás más tiempo para dedicarte a las tareas que te interesan de verdad, las que te acercan a tus objetivos. O a esas otras cosas que tenías en “pendientes” y por culpa de factores externos no le pudiste dedicar el tiempo necesario.
- Podrás prestar atención a los detalles, al cuidado y a la calidad de lo que haces. Mejor hecho que perfecto, pero si ya puedes dedicarle tiempo a la perfección, mejor que mejor.
- Serás el jefe de tus decisiones y lograrás crecer tanto en seguridad como en autoestima. Ésto ocurrirá desde el minuto uno que empieces a dar prioridad a tus cosas. El hecho de estar en continua dependencia de los demás hace que crezca la debilidad dentro de ti y provoca malestar.
- Denotará en ti un carácter fuerte y decidido. Las personas se lo pensarán dos veces antes de intentar colarte esas tareas que se quieren quitar de encima.
Si finalmente consigues llevar a cabo todos los puntos que hemos ido viendo con educación, asertividad y siempre desde un punto de vista positivo, verás que no es tan complicado. Serás capaz de eludir más pronto que tarde esos compromisos.
Sé agradable con tu actitud, pero firme en carácter. Muéstrate abierto y a la vez condescendiente.
Incluso si hablamos de clientes, acepta sus peticiones sólo si están a tu alcance, de manera que si dices no, se vea que no es por falta de conocimiento o disposición. De hecho, ésto podrá darte exclusividad y los demás tendrán que esforzarse un poco más para conseguir algo de ti.
Conclusiones
No olvides nunca que eres una persona libre, que tienes derechos de elección de lo que quieres hacer. Si dices sí a todo, lo único que conseguirás será saturarte de cosas y perder por completo el foco. Retomarlo y ponerle un rumbo fijo está en tus manos.
Estudia bien tus objetivos y decide lo que debes llevar a cabo, qué atender, qué negar, cuándo y cómo. Ejerce la libertad de la que disfrutas cuando realmente tú quieres y no cuando la dictan los demás.
No le des más vueltas y que sea tu corazón el que guíe tus decisiones. Él, mejor que nadie, tomará las decisiones adecuadas.
Ayudo a personas que quieren emprender su propio proyecto cuyos trabajos fijos les dejan poco tiempo. En Productividad Al Máximo encontrarás recursos sobre productividad personal, hábitos saludables y emprendimiento. Si quieres dar los primeros pasos, accede a mi guía gratuita y empieza a ser el jefe de tu tiempo.
Muchas gracias una vez más Javier, por darme la oportunidad de escribir en tu blog.
¡Un abrazo!
No hay porqué darlas Christian, aquí tienes un hueco siempre que quieras.
Un fuerte abrazo.
Felicidades, de mucha ayuda, porque es difícil aprender a decir no, cuando aveces por cariño, por compasión, por ternura quisiéramos decir que sí. Pero sabemos que a veces él sí va a complicar más las cosas. Muchas gracias.
Si, es primordial aprender a decir No. Me costó trabajo lograrlo pero he aprendido, bastante.
Efectivamente, al principio cuesta, pero es fundamental, así que hay que ponerse las pilas y valorar lo que realmente queremos hacer.
Un fuerte abrazo.
También hay que saber decirse que No a uno mismo.
Pues si, también es importante.
Buena reflexión.
Un fuerte abrazo.